La ciudad romana introducirá nuevas medidas de entrada a partir del 15 de noviembre.
La antigua ciudad romana ya no puede más. Así lo han expresado en un comunicado oficial que anuncia nuevas limitaciones en el número de visitantes de Pompeya. Las medidas entrarán en vigor el próximo 15 de noviembre con la intención de proteger uno de los patrimonios más valiosos del mundo.
El pasado verano, el Parque Arqueológico se vio sobrepasado por una cantidad de turistas que batió el récord de visitas a lo largo de su historia. Más de 4 millones de personas pasaron por estas ruinas al sur de Italia, y se generaron máximas de más de 36.000 visitantes en los primeros domingos de cada mes, a causa de la entrada gratuita disponible.
Debido a la fragilidad de las excavaciones, pero también como medida de seguridad para los invitados, desde el Parque Arqueológico de Pompeya han decidido limitar esas exageradas cifras a un total de 20.000 inscripciones diarias, además de dividir las visitas en diferentes franjas horarias con el fin de evitar el colapso.
Esta fragmentación se hará efectiva durante el verano, época con más afluencia. Con una ligera ampliación del período estival, las franjas horarias se aplicarán desde el 1 de abril hasta el 31 de octubre. De 9h a 12h, se admitirán un total de 15.000 entradas, y de 12h a 17h, un máximo de 5.000.
Otra de las decisiones de la organización ha sido la de introducir los billetes nominativos, es decir, cada entrada estará personalizada con el nombre de los visitantes –necesario presentar previamente el documento de identidad–. Tanto la compra de los tickets como su personalización estará disponible tanto en la compra en taquilla física como de manera online.
“Apostamos por un turismo lento, sostenible, agradable y no masivo y, sobre todo, extendido por todo el territorio que rodea el sitio de la UNESCO, que está lleno de joyas culturales por descubrir”, así lo aclaraba Gabriel Zuchtriegel, director del Parque. Y es que resulta difícil controlar el flujo de personas en una época en la que viajamos, no solo más a menudo, sino de manera constante. Medidas como las impuestas a los visitantes de Pompeya nos alertan de que si vamos a ser más viajeros, al menos, debemos viajar mejor.