El Servicio de Investigación Económica del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) proyecta que para 2050, la producción total de la agricultura mundial deberá ser igual a entre 14,060 y 15,410 billones de calorías de cultivos según escenarios de crecimiento poblacional medio y alto. Esa estimación representa un aumento del 47% al 61% con respecto a la producción de 2011.
Para alcanzar esta marca, los sistemas alimentarios de todo el mundo se están adaptando en consecuencia. Uno de los enfoques a su disposición incluye los avances logrados en el mejoramiento de cultivos y la genética.
La ingeniería genética y la edición genética integran tecnologías que permiten que se produzca un proceso de mejoramiento más rápido y eficiente en comparación con el mejoramiento convencional. Estas herramientas son particularmente útiles cuando se busca incorporar rasgos específicos a los cultivos que contribuyan a su prosperidad, como mejores rendimientos, mayor nutrición y mayor resistencia a enfermedades y plagas.
La ingeniería genética se refiere a la acción amplia de alterar el ADN de un organismo mediante la adición de nuevas hebras de otros organismos, la eliminación de regiones o la reestructuración de pares de bases. La edición genética es el método preciso de apuntar a una ubicación específica dentro de un gen para realizar una pequeña inserción, corte o edición en su secuencia.
Desde que se pusieron a disposición de los consumidores a principios de los años 90, los alimentos genéticamente modificados han seguido siendo revisados exhaustivamente por la Agencia de Protección Ambiental, la Administración de Alimentos y Medicamentos y el USDA para garantizar la seguridad de las personas, los animales y el medio ambiente.