La idea de crear vinos de colores poco convencionales puede parecer simple. 

Pero en realidad requiere de creatividad y un poco de suerte. Aunque técnicamente no pueden ser llamados vinos debido a restricciones legales, estos productos son el resultado de la innovación de jóvenes empresarios españoles apasionados por el vino, quienes buscaban ofrecer una nueva experiencia a los consumidores.

 

El primer vino azul, llamado Gïk Live, surge como un acto de rebelión y utiliza la tecnología alimentaria para su creación. Con uvas de viñedos españoles y franceses, este vino se diferencia por su color eléctrico y llamativo, el cual se logra mediante la adición de pigmentos naturales, como el índigo y la antocianina, presentes en la piel de las uvas utilizadas en su producción.

 

 

 

Aunque puede considerarse un vino blanco por sus características principales, su proceso de elaboración es diferente, lo que le confiere un sabor dulce y refrescante, sin necesidad de añadir azúcar. Al servirlo, su color azul brillante domina la vista y sus notas florales y frutales lo hacen muy atractivo para las nuevas generaciones.

 

A pesar de la controversia entre los puristas del vino, la creación de Gïk Live ha inspirado a otras casas vinícolas a seguir su ejemplo, utilizando la tecnología y los viñedos más destacados para producir vinos de colores inusuales como el azul, como Vindigo, Marqués de Alcántara y Blu Nun. Aunque desafía las tradiciones, estos vinos innovadores han encontrado su lugar entre los consumidores que buscan nuevas experiencias sensoriales.